jueves, 9 de mayo de 2024

HUMANIZANDO AL DIABLO O CONECTANDOME CON MI DEMONIO INTERIOR

 

“si Dios es una conciencia dentro de uno, qué pinta el Diablo, es el instinto”




En la conexión consciente habitan la idea de Dios que es el bien y la idea del Diablo que es el mal.

Hay una conciencia que crea la idea de Dios y del diablo, su efecto es la mente analítica, la percepción de la realidad desde la lógica. Esta contextualiza las circunstancias en las experiencias espirituales impactando en la elección de quién será Dios y quién el Diablo de acuerdo con la forma cómo se exprese la personalidad. Si todo va bien, se es bello, se tiene suerte, hay salud, se es bello, se tienen los medios, es obra de Dios y lo contrario sería el diablo,haste prosperar es malo o tener deseo sexual por darle rienda suelta a los instinto. Cómo todo esto nos condicionó.

En este contexto, se demonizaron muchas cosas y dependiendo la perspectiva, el criterio, el grupo, el individuo. Por ejemplo, nacer con un defecto, malo, era producto del Diablo. Estas personas eran aisladas, discriminadas, desterradas en el mejor de los casos ignoradas.

Cuando hay conflicto entre quién será Dios o quién el Diablo, se deja de mostrar la conciencia, quien es quien elige qué idea mostrar, quitándole a la personalidad la responsabilidad de sus elecciones y, en consecuencia, despojándola de su voluntad, autoridad para mostrarse, independientemente de las razones que tenga para elegir.

Las circunstancias en la búsqueda del hombre por conectarse con una sensación que sentía que lo llevaba a crear la idea del Dios, fue una oportunidad para la religión para definir a Dios como una persona sabia, bondadosa, caritativa y el Diablo lo contrario, ignorado así el instinto que reside en la voluntad del hombre, de elegir cómo expresar la conexión con su fuerza interna. ¡Ay! de aquel que despierte a la serpiente dormida.

En la construcción de la idea de Dios, la necesidad era crear un concepto que definiera una conexión que es de espiritual, entre la personalidad y su conciencia, dándole poder a la mente analítica para que creara muros que separaran a la personalidad de la conciencia de sentir, y así preservaban la ignorancia, el objeto más preciado claro, esto mantenía el poder de la religión que después se divide formando otros poderes.

Entonces, quién era el Diablo, era el que manipulaba, seducía, sonsacaba. La realidad era que el instinto, la fuerza que reside en la personalidad era quien después de hacer conciencia de lo que siente y piensa, al elegir cómo mostrarse, consciente (Dios-Diablo) o inconsciente (diablo-Dios) despertaba a la bella durmiente, el subconciente, de su ignorancia y como recompensa recuperaba su poder porque al asumir la responsabilidad de sus elecciones, también estaba expresando su voluntad.

La única forma de mantener al hombre preso dentro de sí mismo, era hacerlo creer que obedecer a Dios, preservar unos preceptos religiosos, que solo eran acatados por los que no formaban parte de los lideres religiosos. Mientras más desearas sacrificarte, sufrir sustentados por elegir actitudes que generaban pobreza, hambre, enfermedad, celibato y castidad estabas obedeciendo a Dios, pero en la realidad estaban renunciando a los aprendizajes como, abundancia, prosperidad, ser pareja, amar y también odiar, engañar, traicionar, hasta matar los cuales lo que hacían era cerrar el ciclo de la personalidad con las elecciones que había hecho al encarnar en un cuerpo físico en otras vida.

Así que Caín y Abel son un símbolo de el Dios y el Diablo que reside en cada uno y que juntos, son el despertar a la conciencia del yo soy.

 

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