PROGRAMAS MAESTROS
La existencia no es una simple realidad, sino una continuidad de varios estratos compenetrados del ser desde lo denso del cuerpo físico a través de las capas de la mente, hasta el espíritu.
En nuestro estado de ignorancia, nos identificamos con nuestro cuerpo y nuestra mente inferior. Nos sentimos a nosotros mismos como diferentes y separados del mundo y de nuestros semejantes, levantando barreras sociales para demarcar nuestro sentido de separación física.
En realidad sólo nuestros cuerpos y mentes concientes y subconscientes son diferentes, en el nivel de la mente superconciente y en el ser infinito somos uno.
Los programas maestros son patrones de conducta que se forman a partir de que una persona vive una experiencia. La percepción que tiene la persona de la experiencia, establece y condiciona la forma como ella la experimenta creando posteriormente el patrón el cual se va a reforzar con las continuas experiencias posteriores.
Los patrones se traen de otras vidas. Al morir, la información contenida en la memoria subconsciente pasa a unos archivos llamados de alma, y al nacer vuelven a implantarse en la persona.
Esto permite que el alma tenga una continuidad en los temas y retos que están en su estructura de alma o plan divino.
La persona que nace, viene con las condiciones que le permiten desarrollar su personalidad y enfrentar sus temas y retos
Esto hace que las experiencias no tengan una calificación de buenas o malas, son parte de los retos que el alma eligió experimentar.
La calificación se efectúa en el momento en que la persona que la experimenta la percibe.
Si su reacción es positiva, la experiencia será un aprendizaje, si es negativa, la experiencia generará energía discordante que a su vez condicionará las próximas experiencias para esa persona.
La única forma de eliminar la energía reactiva que se genera al vivir una experiencia es volviéndola a experimentar, es por ello que se necesitan muchas vidas para sanar las experiencias vividas.
El alma invierte gran parte de su energía en sanar ese karma, limitando su crecimiento y evolución.
A su vez esa experiencia establece otros programas que paulatinamente se irán reforzando con las experiencias.
Sanar implica eliminar la energía reactiva que sustenta esos programas limitantes.
Cada vez que se presenta la experiencia, la reacción se repite y se exacerba, creando más dificultad para superarla, pero no haciéndolo imposible de superarla.
El alma, la mente, el cuerpo, empiezan a generar diversos mecanismos de defensa para evadir la responsabilidad emocional, mental, física y espiritual para enfrentar el reto.
En el trabajo terapéutico, se detecta que unos de los problemas básicos del ser humano es la separación del amor.
La separación del amor se hace para no experimentar ninguna forma de dolor. El dolor puede ser físico, emocional, mental o espiritual.
Sanar implica enfrentar las emociones, pensamientos, acciones y asumir conciencia sobre ellas.
En muchas ocasiones, se confunde sanar con cambiar y no es una regla, aunque cuando se sana, se cambia.
Sanar es aceptar no sólo las responsabilidades que se tiene como individuo en todo el contexto donde él se expresa, sino asumir la realidad de lo que él es.
Sanar es asumir un compromiso, en el momento en que se empiezan a salir los patrones que nos mantienen atados a nuestras experiencias, estos se manifiestan a través de nuestras circunstancias en todos los aspectos.
A medida que aclaramos cada capa de bloques de nuestro cuerpo emocional, el cuerpo físico libera entonces su equivalente de esa capa. A esto le llamamos el proceso de Compensación Emocional.
La persona puede experimentar un dolor generalizado, fatiga persistente, dolores de cabeza, dolores musculares y de articulaciones, cuello y hombros rígidos, aumento de peso rápido, pérdida de memoria,dificultad para dormir y para concentrarse (sensación de bruma en la cabeza), garganta irritada, vista borrosa, colon y vejiga irritables, baja temperatura y depresión.
ver protocolo
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